El presidente ordenó la extinción de varios fideicomisos, entre ellos, los que permiten el apoyo a la investigación científica y que facilitan cierta autonomía presupuestaria a algunos centros públicos dedicados a la investigación académica. La extinción de los fideicomisos, opina López Obrador, “no le gustó nada a los intelectuales orgánicos o seudocientíficos que cobraban por todos lados”.