En un país con profundas fracturas alrededor del Acuerdo de Paz, el gobierno de Iván Duque representa la división: medidas para favorecer a su entorno político y personal y para criminalizar a sus críticos. La respuesta de Duque a los escándalos de corrupción o a las muertes de manifestantes a manos de la policía, ha sido el silencio o la utilización de eufemismos. Esta negación de la realidad se hizo más presente durante la pandemia. El que fuera el candidato más votado de la historia reciente de Colombia, vive atrincherado en medio de una crisis de popularidad y legitimidad mientras los problemas estructurales —la desigualdad, el desempleo o la violencia contra líderes sociales—se agudizan.
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COVID-19
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CONCENTRACIÓN
DEL PODER
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DERECHOS
HUMANOS
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MILITARIZACIÓN
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INFORMACIÓN